Por Waldemar Verdugo Fuentes
Derecha: Lineas de Nazca y Cerámica encontrada en el sitio arqueológico.
Sabemos que entre las
civilizaciones peruanas más evolucionadas que precedieron a los Incas figuran
los Nazcas, que vivieron su apogeo desde aproximadamente el año sexto antes de
nosotros hasta alrededor del año novecientos de nuestra era. Las vasijas de
cerámica exhumadas han confirmado que las efigies realistas de las pampas son
la "copia exacta" (guardando las proporciones) de las que adornan sus
notables cerámicas y los finos tejidos coloreados que lucen algunas momias
principescas, hilados con una técnica tan depurada que se los clasifica entre
los más artísticos de la antigüedad. Trajes y cerámicas están adornados con
imágenes de dioses antropomorfos que lucen máscaras de oro, con seres
delirantes, con deidades que "planean", con flores abiertas, con
cabezas de trofeos humanos reducidos, con una fauna graciosa lograda de
fórmulas matemáticas, testigos de un arte que une la ciencia al sueño, la
visión fantástica con lo real.
En 1571, el cronista Polo
Ondegardo cuenta que "todos los pájaros y los animales poseían un
semejante en el cielo, que estaba encargado de su procreación y
multiplicación". En 1610, el indio noble Huaman Poma refiere que "los
dioses vivieron en la tierra, donde se transformaron en animales dotados de
poderes sobrenaturales". Y que cuando "volvieron a los cielos, se
identificaron con las estrellas".
Varios factores excepcionales
desempeñaron un papel esencial en la conservación de los dibujos de Nazca: En
virtud de un fenómeno atmosférico sin parangón en nuestro planeta, causado por
la corriente de Humboldt, que forma, a lo largo del litoral pacífico, un
corredor de aguas más frías que las del océano y que el aire ambiente, no han
caído verdaderas lluvias en las pampas de Nazca desde hace 10 mil años. Esto ha
causado una sequía única que esterilizó alrededor de 3 mil kilómetros de una
costa desolada que se extiende desde Ecuador, por el norte, hasta Chile, por el
sur, en una latitud sin embargo, tropical, en la que, por el contrario, debería
florecer una vegetación exuberante. A pesar de todo, la aridez es milagrosa,
puesto que protegió el admirable mensaje simbólico bordado en un suelo
preparado naturalmente para conservarlo. ¿Y cómo fue "bordado" este
mensaje? Mediante un "puntilleo" hecho de pequeñas piedras ferrosas y
oxidadas que, barridas, desperdigadas, amontonadas en los bordes, cubren el
terreno. Lo que deja al descubierto, en desnivel, un sustrato ocre que
contrasta claramente con el color café de los bordes, que están más elevados.
El tono herrumbroso de las toneladas de grava desplazada tiene también un
efecto especial; acumula en la superficie el intenso calor diurno, aislándolo
mediante un colchón de aire caliente de los violentos vientos alisios que
arrastran en la lejanía a las arenas barredoras. A estas particularidades se
agrega el hecho de que el sustrato es rico en yeso, el que, como resultado de
las espesas neblinas nocturnas y de los fuertes rocíos matinales, hace que se
adhieran, como soldadas a su base, las piedras a la pampa.
Los orígenes de este complejo
gráfico monumental son tan oscuros como los de las célebres "ciudades
perdidas" de los incas. Pedro Cieza de León, el único cronista de la
conquista que acompañaba a Pizarro, cuando inspeccionó la zona, escribió que
vio "señales en algunas partes del desierto vecino de Nazca". Lo que
resulta increíble es que ninguno de los viajeros eruditos, geógrafos, botánicos
y otros investigadores, que realizaron misiones científicas en el Perú entre
los siglos XVI y XIX, ninguno menciona esta sorprendente "tapicería"
de piedra en los Andes. Hubo que esperar hasta 1920 para que los pilotos
peruanos del vuelo entre Lima y Arequipa la vieran. Sin embargo, a pesar de que
compararon las grandes "pistas" con los "canales de Marte"
o con "terrenos de aterrizaje prehistóricos", tuvieron mucho cuidado
de no hablar de ellas, por temor de pasar por bromistas. Comenzó a haber
interés solamente a partir de 1927, año en que el patriarca de la arqueología
peruana, Julio César Tello, y su discípulo Toribio Mejía Xesspe, mientras
viajaban por la panamericana Alaska-Tierra del Fuego, distinguieron a cada lado
de la carretera "líneas, pistas y plazoletas". En el informe que
presentó en 1939 al XXVII Congreso Internacional de Americanistas, Mejía Xesspe
postuló que, según las creencias locales, lo que ellos observaron eran
"caminos ceremoniales".
Ese año, el enigma de las
"pistas de Nazca" cobró renovada vigencia con la llegada de Paúl
Kosok, de la Universidad Long Island de Nueva York, que primero las sobrevoló
en avión y luego las recorrió a bordo de un camión militar. El chofer mestizo
le contó que los nativos daban a esas franjas de piedras cafés el sobrenombre
de "escritura de los dioses".
Fascinado, Kosok las emprendió
a pie a través de ese mosaico insólito. Siguió un alineamiento que corre como
una flecha hacia un promontorio que la "ruta" escala hasta la cima. Y
allí se abrió frente a él, más abajo, un impresionante "abanico" de
líneas rectas. Como el día declina bruscamente en los trópicos, Kosok contempló
una grandiosa puesta de sol. En su caída hacia el horizonte, el astro parecía
"guiado" por la línea central. Como si hubiese estado adherido a
ella, desapareció en la prolongación de la línea. Un detalle llamó la atención
del investigador estadounidense: ese día, 22 de junio de 1941, es el más corto
del año, el del solsticio de invierno en el hemisferio austral. Kosok presintió
que acababa de tropezar con uno de los secretos de los Andes. Había descubierto
la primera línea solsticial de lo que, desde entonces, sería para él "el
libro de astronomía más grande del mundo". Con los datos que obtuvo del
observatorio magnético andino de Huancayo, se sintió autorizado a fechar la
época en que se utilizó esa línea capital: entre el siglo VI y el siglo I a. de
C. y hasta el año 950 de nuestra era; los análisis posteriores con carbono 14
han verificado estas fechas, incluida una "línea base” fechada
científicamente hacia el año 2000 antes de nosotros, que desconcierta a los
arqueólogos.
La identidad de los artistas
anónimos que tapizaron esta zona desértica andina con una filigrana de piedras
patinadas pronto inflamó una intensa controversia entre los americanistas, que
no contaban con excavaciones metódicas que les permitieran disponer de datos
precisos. "Estos indios miran constantemente los cielos y los signos, lo
que los convierte en muy buenos adivinos del tiempo", escribió Cieza de
León en 1553. Tal como lo hicieron los grandes magos de Nazca, desde entonces
los visitantes hemos confirmado a puro ojo en las nubes y en el revoltijo de
las piedrecillas de Nazca la marcha de las estrellas. Fue la toma aérea del
Servicio Aero Fotográfico Nacional del Perú la que reveló una versión inédita
del enigmático puzle de las pampas y permitió reconstituir en papel un plano
muy completo del extraordinario boceto petrificado de Jumana Colorada.
Aquí y allá, espirales
apartados de su eje, superpuestos; y tótems mutilados porque se les puso encima
un plano geométrico, nos dicen que el paciente "borrador" trazado en
el transcurso de los siglos, de generación en generación, por maestros
topógrafos, fue corregido a medida que se iban identificando más claramente los
cuerpos luminosos en el espacio. Hasta copiar en forma definitiva y magistral
en el suelo, a partir de la bóveda celeste, un "almanaque" monumental
de los secretos del cosmos y de los tiempos olvidados. Llamado de vuelta a los
Estados Unidos, Kosok encomendó la
continuación de sus investigaciones a la matemática y astrónoma alemana María
Reiche-Grosse. Apasionada rápidamente por el prodigioso "códice" del
desierto, la mujer lo recorrió durante cuarenta años, midiendo, analizando,
limpiando dibujos y orientaciones, espantando criadores de cabras y curiosos
motorizados que revolvían y destruían el maravilloso "testamento" de
los Nazcas.
La doctora María Reiche-Grosse
es una anciana fuerte aún a pesar de su avanzada edad (casi ochenta años) y a
pesar de estar casi ciega: todos los días es sagrado para ella su hora de
natación en la piscina del Hotel de turistas de Nazca, donde vive desde siempre
en la habitación 204, que es como su casa y donde recibe a quien desea verla
sin mayor audiencia. En el pequeño cuarto, a mano derecha, está la mesa de
dibujo y sobre ella, colgando de las paredes, más de un centenar de planos con
los dibujos a escala de las líneas de Nazca. A mano izquierda, recostada sobre
su cama, reposa María Reiche. Han pasado casi cincuenta años desde que ella
viajó de su ciudad natal, Dresden, Alemania, graduada como maestra de
matemáticas, geografía y física; contratada como profesora para los hijos del
cónsul alemán en Cuzco. Luego de unos años se trasladó a Lima y de forma
independiente dictó cursos de inglés, alemán, matemáticas y gimnasia. Nos dice
que su interés por el antiguo Perú empezó a manifestarse pronto. En 1939 había
traducido artículos científicos de Julio C. Tello, Jiménez Borja y Paúl Kosok.
"El doctor Kosok había descubierto que las líneas en la Pampa de Nazca no
eran canales de irrigación sino dibujos producidos por los antiguos nazquenses
y vio también algunas figuras y centros de líneas. El me inició en este estudio
el cual no podía continuar durante los años de la guerra mundial", dice
María Reiche.
A ella le gustan los
chocolates. Entonces le compré algunos y luego de presentarme y sentarme en una
silla junto a su cama que me indica, se los di. Encendí la grabadora y
modulando lo mejor posible le pregunté: ¿Cuál fue su impresión al ver por
primera vez las líneas de Nazca? La respuesta, un largo silencio durante el
cual me fue imposible no contemplar el contraste de su cara milenaria con sus
hombros y cuello, tan fuertes y firmes que parecían tener vida propia. Luego
hizo una mueca y con mucha dificultad
-siempre en silencio- la venerable Reiche comenzó a abrir el chocolate. Lo
comió pedacito a pedacito y antes de responderme, comentó: "el chocolate
me da lucidez. Mi primera impresión al llegar aquí fue de asombro, ha
transcurrido casi toda mi vida y mi asombro continúa intacto. Para muchos el
dedicar mi vida a estudiar las líneas de Nazca ha sido un desperdicio, pero
para mi ha sido suficiente: he vivido aquí asombrada y ha sido una interesante
vida para mi". Luego de estudiar tanto las líneas y figuras de Nazca, ¿cuál
sería su preferida? ¿La araña, creadora de los animales según una leyenda
americana; el perro que visto desde el aire parecía que estaba saltando; el
colibrí, símbolo de las diferentes direcciones; la estilizada ave fragata en
posición de vuelo; el astronauta? ¿Cuál de las 38 figuras identificadas? Le
pregunto y dice: -La del mono es mi preferida... del suelo no se puede ver su
forma. Yo había visto un espiral en fotografías aéreas, entonces fui sola a la
pampa para verlo. Sabía que el espiral pertenecía a una figura pero no podía
distinguir lo que era. Trabajaba con una escalera alta que colocaba al costado
de la línea para no dañarla. Una vez arriba medía direcciones y dimensiones que
fui transportando a un papel, hasta que apareció la figura del mono. Me dio
risa... no esperé encontrarme con la figura de un mono.
María Reiche llegó a la
convicción de que las franjas representaban un "mapa" estelar
gigante. Los alineamientos kilométricos servían, piensa ella, de "líneas
de referencia" que delimitaban la marcha sideral del Sol, de la Luna y de
las estrellas. Pero, ¿cuál era su objetivo? Ella responde que buscaban calcular
el tiempo y predecir las estaciones para programar el futuro con el propósito
de establecer un calendario agrícola muy preciso, indispensable para la
supervivencia de las comunidades que habitaban los oasis polvorientos, y que
sólo tenían para cultivar estrechos valles que eran verdes a pesar de que los
ríos, periódicamente moribundos, que los atraviesan en los bordes de los
desiertos sólo son abrevados menos de cuarenta días al año por los torrentes
que descienden de las cimas nevadas, que aquí alcanzan seis mil metros de
altura y más. De ahí la invención motivada por un culto de la fertilidad, de un
planetario lineal, centrado en el caprichoso régimen de las aguas, acompañado,
en las inmediaciones, de una red de canales de piedra subterráneos llamados
"galerías filtrantes", que todavía se usan en nuestros días.
La más larga y ancha de las
líneas solsticiales indica claramente la
cima de la sierra andina en la que caen las primeras lluvias de altitud.
El surco que atraviesa a la figura llamada "flor de cactus" de seis
pétalos señala, tal como el de la flor de la opuntia (especie de cactus), el
mes propicio para sembrar los campos de maíz, algodón, mandioca, calabazas,
porotos, pimientos, maníes, etc. A su vez, el alineamiento máximo (10 km)
apuntaba a Benetnacsh, la estrellas más brillante de la Osa Mayor entre el año
500 y 7l0 d. de C., constelación representada, en el suelo, por el singular
perfil de un mono. Otras "rectas" estarían alineadas con respecto a
las estrellas Beta de Casiopea, Alfa, Delta y Gama.
María Reiche resalta que los
alineamientos lunares superan en número a las líneas de referencia solares.
Lógico: en la costa peruana se veneraba, más que a Inti, el quemante Sol-Padre
de los incas, a Si, la Luna-Madre diosa de las neblinas humectantes, de la
pesca en altamar y de las islas de guano, el precioso abono natural. Estos
alineamientos lunares marcaban las diferentes posiciones del astro nocturno en
su avance (incluso los eclipses) en el transcurso de un ciclo de dieciocho
años. Ella cree que otras rayas de dirección preferencial registraban la salida
y la puesta de las estrellas y de los astros notorios; o que anunciaban los
momentos vitales del calendario agrario: siembras, cosechas, abonos, llegadas y
crecidas de las aguas andinas; o, por el contrario, una sequía asesina.
En general, las rectas
solsticiales están asociadas con los geo glifos más numerosos, los de aves cuyo
vuelo procuraba indicios meteorológicos serios. Por ejemplo, cuando las aves
guaneras del Pacífico se marchaban por miles y miles hacia el sur, los Nazcas
comprendían que, como disminuiría el abono de excremento de ave, horribles
hambrunas amenazaban, lo que exigía la adopción de medidas urgentes para
recolectar alimento. Algunas líneas podían ser acimutales, equinocciales o
meridianas. Hay una recta de 2 kilómetros de largo: María Reiche se pregunta en
voz alta: “¿Representará tal vez el paso del cometa Halley en 1309?”
Para lograr las
representaciones, previamente se esbozaban maquetas "en pequeñas parcelas
de seis pies por seis pies", descubiertas por María Reiche. Luego,
descompuestas en fracciones sucesivas (sistema llamado homotetia), estos
"modelos reducidos" facilitaban el agrandamiento del tema sin que
fuera necesario tener una vista general de la obra que se estaba realizando.
Nos dice ella: “Las líneas rectas se trazaban con cuerdas de fibras de pita
tendidas entre estacas de madera de algarrobo; las curvas se obtenían con una
serie de pequeños arcos unidos por los extremos. Piedras de color y grosor
diferentes, grabadas a veces con un signo abstracto, configuraban un código de
referencia y de informe. Hay gran cantidad de guijarros planos apilados en
túmulos cónicos, lo que hace pensar que eran altares para ofrendas,
conmemorativos o sacrificios ceremoniales. Algunos exhiben un palo central a
modo de péndulo fijo cuya sombra daba la
hora aproximada. Las unidades de medida utilizadas probablemente se basaban en
el palmo, el codo o el pie indios, los cuales eran duplicados o multiplicados.
Es simple: hicieron las curvas con una cuerda y una estaca como si fuera un
compás. Mis observaciones demuestran que han trabajado con ampliaciones de un
modelo. De los radios de estas curvas pude deducir la unidad de medida que es
muy interesante porque fue usada en Israel: el codo".
Durante las fastuosas
festividades dedicadas al culto y celebradas en las fechas del calendario
mágico-religioso Nazca, cada clan (con tambores batientes y flautas de pan
ululantes a la cabeza, seguidos de bailarines con cascos de plumas multicolores
vestidos con túnicas de etiqueta de colores chillones en las que se copiaba el
tótem) podía realizar en su geo glifo particular coreografías en las que
participaban gran cantidad de personas. En fila "india", tomados de
la mano, como lo muestran las escenas pintadas en sus vasijas, desfilaban a
pasitos cortos y rápidos, con sonajas tintineantes en los tobillos. En suma,
aquí la fantástica geometría planetaria favorecía una "conversación
animista entre hombres y dioses", creando una plegaria gráfica, un ritual
de súplica, que las fuerzas celestes todopoderosas sabían interpretar.
Dice María Reiche: “Yo creo que
este es un calendario astronómico, con medidas precisas: el colibrí tiene 96
metros de largo, y el mono, 80. Hay pistas que tienen hasta 300 metros. En
cuanto a la antigüedad, con carbono 14 hemos llegado a la conclusión de que
estas obras son de poco antes del año 555 antes de nosotros, pero yo creo que
hay dibujos más antiguos”. María ya está cansada, se acerca el final de la visita con una
observación precisa: -Es necesario mantener la conservación de las líneas, son
muy valiosas. Que no haya gente que camine o se meta en carro y las destruya,
sobre eso pesa una maldición, las figuras son muy delicadas. Cuando yo me
muera, mi hermana Renata que vive conmigo desde hace unos años, tiene a su
cargo la protección de la Pampa, ella pagará el sueldo de los guardianes y
continuará dando conferencias sobre las líneas con los conocimientos que le he
transmitido. Mi sucesora, la astrónoma Phyllis Pitluga, del Planetarium de
Chicago, está en estos momentos en Estados Unidos escribiendo un importante
artículo sobre el trabajo que ha hecho aquí. Ella continuará mi estudio.
Con las investigaciones de la
doctora Reiche las líneas en la Pampa de Nazca se convirtieron en la atracción
turística de la región. El pequeño pueblo de Los Andes se transformó en una
próspera ciudad dedicada al turismo. Y la ciudad decidió honrar a la venerable
María. Mi encuentro con ella fue publicado en su momento en revista Vogue de
México: hoy María Reiche se ha devuelto a la distancia, vayan estas líneas en
su homenaje cuando todo en Nazca la recuerda: En la actualidad una avenida, una
plaza, una escuela, el aeropuerto y una sala del hotel de Turistas -donde se celebran
las conferencias-, llevan su nombre. Diariamente desde el aeropuerto de Nazca
"María Reiche-Grosse" avionetas Cessna de tres compañías aéreas
sobrevuelan las líneas para aquellos que quieran descubrir los secretos de la
Pampa de Nazca.
Entre los investigadores
posteriores que se han ocupado de Nazca este último tiempo, se ubican serios
trabajos de los americanistas Simone y Jack Waisbard; Simone es autora de
varias obras acerca de Perú antiguo (su libro “Mujeres Precolombinas” recibió
el Premio de Historia 1990 de la Sociedad de Personas de Letras de Francia);
Jack es un reconocido investigador internacional en física nuclear y enseña en
el Colegio de Francia. Los Waisbard hicieron trabajo de campo en Nazca en la
década de 1990 y han publicado varios trabajos científicos acerca de la zona.
También han surgido una serie de escritores que han imaginado la posibilidad de
que Nazca esté relacionada con cataclismos olvidados y extraterrestres. Para el
investigador Jacques Bergier (uno de los autores de “El retorno de los
brujos”), por ejemplo, los dibujos de Nazca constituirían una especie de
gigantesca computadora que almacena datos olvidados del pasado del mundo, a los
que es posible acceder. Otro escritor, Erick von Daniken, que ha escrito varios
libros muy populares como “Recuerdos del Futuro”, también ha estado en Nazca
investigando. En el sitio conversamos con él, que había llegado casualmente al
mismo hotel en que nos encontrábamos; al enterarnos y solicitarle una
entrevista, accedió de inmediato, hablamos con Von Daniken en inglés porque su
lengua materna es la alemana, aunque entiende algo de español. Es un hombre
macizo, más bien bajo, acelerado y muy conversador. Compartimos cerveza con
coca-cola que le encanta. Habla convincentemente y resulta apasionante
escucharle. No hay duda en que cree en lo que dice e intenta con vehemencia ser
entendido y aclarar las preguntas que hacemos. Él no está de acuerdo con los
varios investigadores que asocian los dibujos de Nazca con calendarios
agrícolas.
Comenta: -¿De qué podría
servirles a los indígenas un calendario que sólo se distingue desde el aire?
Esta clase de preguntas de orden práctico suele incomodar a los científicos,
pero ellos se conforman con proponer sólo una "hipótesis". El
arqueólogo profesor Barthel, de Tubinga, dijo que podíamos olvidarnos de que
fuera un calendario astronómico. El hizo un estudio con computadores donde
metió todos los datos de situación y órbita de las estrellas, así como las
coordenadas de los trazos existentes en la llanura de Nazca. Todo esto en la
memoria del ordenador, y el cerebro electrónico no pudo encontrar ni un solo
caso de coincidencia entre los dibujos de arriba y los de abajo que pudiese
justificar la hipótesis del calendario.
-Los americanos -continúa Von Daniken-,
son muy curiosos y el equipo de Exploradores Globo, de Miami, quiso probar que
los nativos volaban en ellos. Hicieron la prueba fabricando uno con material y
tejidos de la zona y construyendo un canasto con mimbre del lago Titicaca. La
verdad es que se sostuvieron en el aire solo pocos minutos. Cuando los diarios
en esa época decían que mis teorías habían sido refutadas, no era tal, porque
yo jamás he dicho que los indios tuvieron globos aerostáticos. Algunos me
critican diciendo: "Bueno, señor Von Daniken, usted es un hombre
fantasioso que va por el mundo descubriendo ruinas y a todo le da un origen
extraterrestre... Y eso no es verdad. Yo le voy a explicar mi teoría.
Imaginémonos que hace algún tiempo volaba una nave extraterrestre en la órbita
de la Tierra. Estos seres de otros mundos aterrizaron aquí en Nazca y quizás
también en otros lugares del planeta. Y como buenos estudiosos se dedicaron a
investigar un poco lo que había en este mundo. Comprendamos que si una nave
viene del espacio, no habría necesitado pistas para su descenso. Lo que ocurrió
es que, al posarse en la tierra, la nave ¡creó una línea natural, al igual que
lo hace un helicóptero cuando vuela la arena del espacio donde aterriza!.
Ahora, lo que no sabemos es cuánto tiempo permanecieron ellos aquí. ¿Qué
ocurrió entonces? Mientras los extraterrestres estaban aquí eran observados por
los nativos, que asustados se escondían en sus
cuevas. Después que ellos partían y dejaban nuestro planeta, los indios
salían a observar qué fenómeno había ocurrido. Vieron las huellas de las naves
en el desierto y la arena que había sido volada de su lugar. Esto fue clave
para ellos, porque significaba que los dioses habían venido a verlos. Y la
línea dejada era considerada sagrada. Dos o tres generaciones después,
seguramente algún sacerdote tuvo la buena idea de decir: "Bueno, hay una
línea en la arena y quizás los dioses necesitaban de estas líneas". La
gente comenzó a trazar otras nuevas. Por eso digo, que son los nativos los que
han hechos estas pistas y no los extraterrestres. Y lo han hecho como una
manera de agradar a los dioses con la esperanza de que ellos vuelvan. Yo pienso
que con el transcurso de los años los nativos empezaron a desesperarse, porque
no pasaba nada, y otros sacerdotes les sugirieron que tenían que hacerles
ofrendas. Y así, en medio del desierto, empezaron a dibujar grandes figuras en
la arena: de monos, pájaros, arañas, peces... -termina Von Daniken.
Particularmente audaz resulta
también ser la hipótesis del Dr. Javier Cabrera Darquea, cirujano peruano
fundador de la Universidad San Luis Gonzaga, de Lima, poseedor de una
importantísima colección de piedras grabadas, recogidas en la región de Ica en
la ruta de Nazca por los huaqueros. Los huaqueros, nos informa Cabrera Darquea
en su libro "El mensaje de las piedras grabadas de Ica" son aquellos
lugareños que practican clandestinamente excavaciones en busca de tesoros
arqueológicos: "En las noches claras, armados de barretillas, embozados
para no respirar los hedores de las tumbas, protegidos de amuletos para
defenderse de imprevisibles maleficios, teniendo de testigo sólo al silencio,
realizan la enigmática tarea de desenterrar el pasado", escribe Cabrera
Darquea; quien, luego de un minucioso estudio de las piedras grabadas, llega a
una fascinante conclusión: “Las piedras grabadas de lca serían restos, mensajes
de una Humanidad que pobló la tierra en un remotísimo pasado, superior a los
250.000 años, más allá de todo lo imaginado”. Los arqueólogos oficiales admiten
para el hombre peruano una antigüedad de sólo 20.000 años. Los mensajes
contenidos en las piedras contendrían revelaciones sorprendentes: sus autores
tendrían desarrolladísimas nociones de medicina, astronomía, geografía; habrían
practicado trasplantes de órganos, conocido la anestesia y -más chocante
todavía- ¡pastoreado dinosaurios! En las piedras talladas hay referencias a
vuelos interestelares y mapas que describen el cielo tal como era hace miles de
año. Nazca sería un testimonio de la tecnología espacial que conocían y usaban
esos hombres para sus vuelos cósmicos. "Nazca fue el lugar -escribe- desde
donde abandonaron la Tierra ante la inminencia de un cataclismo. No sería pues
un punto de llegada -como cree Von Daniken- sino un punto de partida. Detalle
curioso: los hombres esos carecerían de pulgar, ya que el pulgar oponible
posibilita la manipulación de objetos -el trabajo físico- tanto como la
formación del puño y la garra -la violencia-, dos signos ineludibles de nuestra
actual condición humana. Sin pulgares, el hombre sería puro intelecto. O casi.
¿Casualidad? La Dra. Reiche tenía sólo cuatro dedos en una de sus manos, y hay
quienes han afirmado que su dedo fue cercenado como parte del ritual que le
permitió quedarse a vivir en Nazca, al amparo de los misterios".
Otra interpretación tiene la
estudiosa Jadwiga Pasenkiewicz, quien menciona que las fechas que ha utilizado
fueron establecidas por el científico francés Albert Siosman, tal como aparecen
en su libro "El Gran Cataclismo", (Ed. Laffont, París). Ella dice:
"sabemos que esos trazados en Nazca reproducen un texto de antiquísima
memoria, proveniente de una civilización muy desarrollada que habitó en nuestro
planeta entre dos cataclismos que, a su turno, destruyeron casi todo vestigio
de vida humana; esto ocurrió en los años 36576 y 9792 antes de Cristo, siendo
este último conocido como el Diluvio Universal”. Los hombres que grabaron los
cientos de dibujos geométricos y zoomórficos en suelos y serranías de Nazca
serían descendientes de aquella civilización predilúvica, de quienes, y según
las investigaciones históricas realizadas por la doctora Pasenkiewicz, su
vinculación más directa habría que buscarla en el floreciente imperio de
Tiahuanaco, aquel que, luego de verse varias veces destruido, alcanzó su máximo
esplendor 12.000 años antes de Cristo.
En efecto, Tiahuanaco fue
habitado en ese período por numerosos pueblos unidos por una misma fe
religiosa: creían en un único Dios, creador del mundo, y no levantaban ninguna
edificación sin dejar por todas partes el dibujo pintado, la incisión o el
grabado de sus símbolos sagrados. Entre éstos estaba el huevo cosmogónico, que
les recordaba la materia inerte primigenia que un buen día, por la voluntad de
Dios, estalló cargada de energía dando origen al universo. O la serpiente, que
encerrada en un círculo que se dilata hasta el infinito simboliza ese universo.
Y el Sol, testimonio de la voluntad puesta por el Señor en el mantenimiento de
la vida sobre la Tierra.
Afirma la doctora Pasenkiewicz
que el último gran cataclismo, aquel del año 9792 a.C., fue más terrible que
los anteriores, y puso fin definitivamente a la vida del Imperio de Tiahuanaco,
borró de la faz de la tierra a todos los otros reinos esparcidos por el mundo y
extinguió al 80 por ciento de sus habitantes. “Y como consecuencia de las
potentes fuerzas telúricas desatadas, se levantó toda la región andina,
elevándose muchas montañas hasta los 7 y 8 mil metros de altura. Así, los
restos de Tiahuanaco que hoy conocemos fueron arrojados a la inhóspita altitud
de 4.000 metros”. De aquel entonces cuenta la crónica oral de los indígenas:
“Las tierras, antes calientes, bien cultivadas, llenas de frutas y pájaros
multicolores, se transformaron, en sólo cinco días, en un páramo silencioso
bajo un manto de hielo". Tanta desolación dejó a salvo algunos grupos
humanos que, habiendo perdido todo poder material, sólo guardaban en la memoria
y en lo profundo del espíritu el recuerdo de sus creencias religiosas, a las
que se aferraron a la hora de comenzar la reconstrucción. Justamente, la
investigación en torno de esas creencias, y de su testimonio en los nuevos
monumentos que levantaba la civilización renaciente, fue lo que permitió que la
estudiosa Pasenkiewicz pudiera entregar su propia interpretación descifrada de
los geo glifos de Nazca:
"Las líneas trazadas en la
planicie de Nazca indican las relaciones recíprocas entre las estrellas fijas y
las errantes. También el movimiento de los planetas, del Sol y de la Luna, el
desplazamiento de 12 constelaciones de la eclíptica ecuatorial celeste y la
posición de Orión, usada como punto de referencia para estos cálculos. Es
posible pensar que este mapa del cielo tome como punto de partida el año 9972
a.C., fecha del Diluvio, representando una suerte de calendario astronómico".
La doctora afirma que los dibujos de Nazca son obra de los llamados “Hijos del
Sol”, que son, como ella lo enuncia apoyada en todos sus años de investigación:
“unos hombres que se establecieron en tiempos inmemoriales en la zona andina de
Sudamérica, donde alcanzaron un alto grado de civilización. Tenían grandes
conocimientos astronómicos, los que reflejaban en sus escritos sagrados que no
sólo anotaban en telas y papeles especiales, sino que acostumbraban grabar en
su cerámica y en los muros de sus templos. Tenían su propia Biblia, y se
desarrollaron en tres épocas diferentes:
primero, aquella de los reinos e imperios pre diluvianos, cuando fue escrita la
"Biblia". La segunda se inicia con el gran cataclismo del año 9792
a.C., que destruyó civilizaciones y dio origen a un larguísimo período de
insegura soledad y terribles sufrimientos para los pocos sobrevivientes. Al
término de esta época de difícil rencuentro con lo mejor de su herencia (su fe
religiosa y sus conocimientos científicos), lograron ir creando condiciones de
vida similares a las que habían arrasado las aguas, terremotos y erupciones
volcánicas. Llegaron incluso a reconstruir antiguos emplazamientos según planos
"sagrados" que habían heredado de la patria desaparecida, guiados por
la casta sacerdotal, verdadera artífice del renacimiento de esos pueblos. Fue
retomada la construcción de templos y pirámides y comenzaron a celebrarse
nuevamente las fastuosas liturgias de antaño, que volvían a moldear la
existencia cotidiana de los habitantes según los eternos mandamientos
religiosos. Siempre a la cabeza de todo el Sol, considerado como símbolo y
manifestación de la voluntad del Creador, dispensador de la vida. La tercera
época es ya conocida por muchos. Es la que vio asentarse las maravillosas
civilizaciones de los Mayas, los Olmecas y los Toltecas. Y también aquellas
andinas y sub andinas preincaicas todavía poco estudiadas, descendientes de las
que habitaron Tiahuanaco. La casta sacerdotal, preservadora no sólo del
conocimiento sagrado sino del científico, tuvo la constancia de transmitir
sabiduría hacia el futuro mediante dos medios de comunicación eficaces: la
memoria colectiva de las gentes y la piedra esculpida. Fue inventado, entonces,
un sistema de recitado de letanías, durante los cultos religiosos y las
festividades, en las que se narraba lo esencial de las crónicas históricas y
sagradas. La piedra tallada fue usada con idéntica finalidad documental. Es así
como en Sudamérica, Centroamérica y México han sido descubiertos kilómetros de
dichos textos, escritos en diferentes alfabetos, muchos de ellos aún no
descifrados dejados por los pueblos desaparecidos durante los últimos quince
milenios. El más famoso es el de Nazca. Con este mensaje escrito en las
piedras, nuestros olvidados predecesores nos vienen a informar sobre sus
descubrimientos científicos y sus dogmas de fe".
La doctora Jadwiga
Pasenkiewicz, inspirada en los dibujos de Nazca, ha escrito una relación de
hechos, según su punto de vista, que denuncia como “La Proclama de Nazca”,
donde se lee: "Dios creó el Universo dentro de un círculo en expansión
hacia el infinito. Después de forjar el nacimiento de los mundos estelares, el
Omnipotente se preocupó por crear la vida. Primero formó la célula vegetal que
dio origen a las plantas. Después un ser orgánico, esbozo simbólico de un pez,
del cual, tras una larga cadena de transformaciones, habrían de generarse los
animales y el hombre.
"La vida nació del cosmos,
desde donde fue transportada a la Tierra dentro de un arca que contenía la
progenie de la flora, de la fauna y de diversas razas de seres humanos. Estos
últimos, con el correr de los tiempos, poblaron el globo, pero cayeron en la
corrupción y la ingratitud, olvidando al Creador y la obediencia que le debían,
lo que desató Su terrible ira. A causa de esto, para castigar a la humanidad
pecadora, el Eterno desencadenó un pavoroso cataclismo que dio vuelta al globo
terrestre extinguiendo casi todo vestigio de vida.
“Ese año (36576 a. C.), los
sobrevivientes de aquel desastre procrearon la nueva estirpe que habría de
habitar la tierra, conscientes del castigo recibido y respetuosos de la
voluntad del Señor. Quien para guiar a aquel pueblo dilecto envió a la Tierra a
su Hijo, el que eligió vivir en la Ciudad de las Tres Montañas, reuniendo en su
sagrada persona Cielo y Tierra, y tomando posición en el centro del Eje del
Mundo que, en línea recta, une los puntos más importantes de la existencia
humana: el Zenit, en lo alto; luego el asentamiento terrestre donde reside el
Hijo de Dios y sus descendientes, y por último el Nadir, en el corazón del
planeta, donde queda el reino de los muertos. Estos tres espacios unidos al Eje
del Mundo, tienen como símbolo al Árbol de la Vida, que con sus raíces penetra
en la profundidad del suelo, con el tronco se yergue sobre la superficie y con
las ramas se proyecta hacia el Cielo.
"La vida del hombre dura
un instante en contraposición a la existencia inmortal. Para conseguirla, es
llamado a cumplir un difícil viaje espiritual dentro de si mismo. Con el
desafío de alcanzar la comprensión de la voluntad del Altísimo y, a la vez,
tomar conciencia del hecho de que toda la materia es penetrada por el espíritu
divino. El género humano consiguió levantar vuelo sobre las máquinas impulsadas
por energía cósmica, similares a las aves, capaces de aterrizar con la
velocidad del rayo. Este mensaje fue grabado en las piedras de Nazca por el
Pueblo de Dios, bajo la dirección de los grandes sacerdotes, para la gloria
eterna del Omnipotente y para la confortación de sus hijos dilectos".
Y agrega: -Debemos reconocer
una alta perfección en la mayoría de los diseños, una compleja solución de
proporciones en ellos. La función que cumplían estos geo glifos es un completo
misterio. Si pensamos que fueron hechos para dar mensajes a los que vivían en
la zona entonces, nos quedamos con un gran vacío, porque ha sido imposible
descifrar el verdadero significado de los ideogramas. Hay también
interpretaciones mágico-religiosas, pero nadie puede afirmar que sean verdad.
Desde un punto de vista racional, son figuras enormes "dibujadas"
piedra a piedra que sólo pueden ser vistas desde el aire; realizadas, según
pruebas de carbono 14, entre el año 580 y 600 antes de nuestra era.
Otro arqueólogo, José
Berenguer, del Museo de Arte Precolombino de Chile, ha esbozado una explicación
que no satisface a algunos investigadores: "En el desierto preincaico
había varias rutas para las caravanas de llamas. Y para que se realizara ese
tráfico se necesitaba algún tipo de señalización. De modo que los geo glifos
podrían corresponder a nuestras modernas señalizaciones camineras".
El profesor
Lautaro Muñoz, de la Universidad del Norte, dice: -Es dudoso que sean señales
para transeúntes terrestres, dado que estos enormes dibujos no se identifican
desde tierra por ser demasiado grandes; es decir, uno puede estar caminando por
un ojo del astronauta gigante y no lo percibe. Estoy de acuerdo con Berenguer
en que son señalizaciones, pero, curiosamente, para naves aéreas. Ante el
misterio, cualquier explicación es posible. Y si el espacio puerto estaba en
Nazca, según Von Daniken, ¿por qué no decir que estos geo glifos indicaban a
las naves datos necesarios para el aterrizaje? Una nave aérea, necesariamente
necesitará indicaciones para llegar al sitio del descenso. Investigaciones
realizadas han encontrado en el sitio isótopos radiactivos, tal cual se han
encontrado aquí, en el Valle de Azapa, en Lluta y Pintados, se han encontrado
estos residuos atómicos en las líneas de Nazca.Waldemar Verdugo Fuentes.
Fragmento de "América de mis Amores"
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